La Iglesia en Cuaresma, nos invita a profundizar en el amor de Dios contemplando amorosamente la Cruz. Te propongo tres modos:
-Por el camino del diálogo con Cristo crucificado. A muchas personas les resulta difícil y costoso ese diálogo con Cristo. Tomás de Kempis nos ofrece en esta reflexión una ayuda muy útil: “Si no sabes contemplar las cosas altas y celestiales, descansa en la Pasión de Cristo y mora gustosamente en sus sagradas llagas. Porque si te acoges devotamente a las llagas y preciosas heridas de Jesús, gran fortaleza sentirás en la tribulación, no harás mucho caso de los desprecios de los hombres y fácilmente sobrellevarás las palabras de los maldicientes”.
-Por el camino de la cruz. ¿Por qué no recorrer, con sencillez y veneración las estaciones del Vía Crucis? ¿No podemos dedicar unos minutos cada día a ello, a recorrer al menos dos estaciones cada día?
-Por el camino del servicio a los que sufren. Así lo vivió Santa Catalina de Siena: “Pregunto Jesús a Catalina de Siena: Querida mía, ¿Sabes por qué te amo? Ante la respuesta negativa de Catalina, siguió Jesús: Te lo diré. Si no te amo, tú no serás nada, no serás capaz de nada bueno. Ya ves que tengo que amarte. Es verdad, respondió Catalina, y de golpe dijo: Querría yo amarte así… Pero esto no es justo. Tú puedes amarme con un gran amor y yo sólo puedo amarte con un amor pequeño. En este momento intervino Jesús y dijo: He hecho posible que me ames con un gran amor. Ella sorprendida preguntó inmediatamente cómo. He puesto a tu lado al prójimo. Todo lo que hagas a él lo tomaré como hecho a mí. Catalina, llena de alegría, corrió a curar a los enfermos en el hospital: Ahora puedo amar a Jesús con gran amor”
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