miércoles, 29 de febrero de 2012

Miércoles de la Primera semana de Cuaresma-(29/02/2012)



Hay una aparente contradicción en este texto del Evangelio: “a esta generación no se le dará más signo que el de Jonás”; sin embargo, el mismo Jesús se proclama como nuevo signo para esa generación. ¿En qué quedamos?
Efectivamente, el signo de Jonás fue el último de su especie. Ya no habrá signos amenazantes, que anuncien castigos inminentes, como en el caso de Nínive. A partir de Jesús de Nazaret, la presencia de Dios, sus signos, son de Vida y de esperanza, no de destrucción y de muerte.
El mismo Jesús es Vida, e inaugura un nuevo modo de entender, por medio del Espíritu, la presencia de Dios. Una presencia que se continúa en la comunidad de sus seguidores, en la Iglesia, pero que también puede ser descubierta en el mundo, en gentes de toda clase y condición.
¿No son signos de la presencia de Dios entre nosotros tantas personas que luchan por sacar adelante cada día a su familia en condiciones adversas? ¿No son signos de la presencia de Dios entre nosotros tantos misioneros y misioneras, tantos hombres y mujeres de buena voluntad, que dedican su vida a hacer más llevadera, más justa, la existencia de otros? ¿No son signos de la presencia de Dios entre nosotros aquellos que abnegadamente se ocupan de cuidar a sus familiares enfermos, renunciando a su “libertad” para estar al lado del quienes los necesitan? ¿No son signos de la presencia de Dios entre nosotros esas parejas que se mantienen unidas por amor sincero años y años?...
Con razón se dice en este pasaje del Evangelio que “aquí hay uno que es más que Jonás”. Porque sólo siendo mucho más que Jonás y que Salomón se puede sembrar la semilla de la Vida, se puede comunicar el Espíritu a tantas personas que, conscientes o no, son manifestación de la presencia amorosa de Dios entre nosotros.

martes, 28 de febrero de 2012

CUARESMA

MARTES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA


Es curioso que los primeros versículos del Padrenuestro están escritos en estilo impersonal: “sea”, “venga”, “hágase”. Pero cuando llega la hora de recibir, aparecemos “nosotros”: “danos”. ¿Por qué no probamos a rezar también en primera persona los versículos iniciales?:
  • “Que yo santifique tu nombre”. Cada día, a cada momento, con todos mis pensamientos, palabras, actitudes, relaciones,…
  • “Que yo haga venir tu Reino”. Siendo amable, comprensivo, .. viviendo el amor.
  • “Que yo haga tu voluntad en la Tierra”. Es decir, que esté atento a ella y sea dócil a tu inspiración, como lo fue María.
Podríamos seguir… ¡Qué distinto suena, qué comprometido! Si lo hiciéramos así, casi daría miedo rezar el Padrenuestro. Porque está dirigido a Dios, claro; y eso significaría comprometernos ante Él a santificar su nombre, a hacer venir su Reino, a escuchar y cumplir su voluntad… Nuestro papel activo no se limita a recibir el pan o perdonar para ser perdonados. Hay mucha más “tarea” implícita en esta oración, que la convierte en un auténtico compromiso.

Claro que no estamos solos en el empeño. Hablamos de la oración de los hijos e hijas de Dios, de los cristianos. Entre todos tenemos que hacerlo, no depende sólo de uno (lo que podría explicar que esté formulada en impersonal). Pero eso mismo nos debe llevar a ser conscientes de la responsabilidad que tenemos en la misión de todos, de la urgencia de asumir nuestra parte en la tarea diaria.

lunes, 27 de febrero de 2012

CUARESMA

LUNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA



Vivimos en un mundo de estadísticas. Hablamos de tantos por ciento, tendencias, mayorías,… Es la mejor forma de perder conciencia del detalle, el momento concreto, la individualidad. Ahí sí que somos un número.
El amor es todo lo contrario. No valen porcentajes, ni mayorías, ni “casi siempres”, ni “muchas veces”. Está claro en el mensaje del Evangelio de hoy: lo más decisivo es el “cada vez”: cada vez que lo hicisteis, cada vez que no lo hicisteis…
Y no es importante el “cada vez” porque estemos buscando el resultado pleno, el cien por cien (otra vez los números). El “cada vez” es importante porque a todo “cada vez” va asociada una persona, un “cada uno”.
Decimos que la persona es lo más valioso que Dios creó en este mundo. Por eso cada persona, cada vez, precisa toda nuestra atención y dedicación. Aquí ya no valen las estadísticas.
“Es que ‘casi nunca’ mato a nadie”. Absurdo, ¿verdad? Pues si lo llevamos al lado positivo, al amor, a la preocupación por los demás, comprenderemos más claramente que en la caridad no valen estadísticas, no se trata de conformarse con “la mayoría de las veces”, con el “casi siempre”.
En el “cada vez” nos jugamos el tipo. Y se producen un montón de “cada vez” a lo largo del día, en nuestra actividad normal. Tantos se nos escapan…. Queda el consuelo de que con Dios siempre se puede empezar de nuevo, porque está dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva. Pero necesita nuestra intención firme de que en la próxima vez (la próxima “cada vez”) estaremos a la altura de las circunstancias, a la altura del Evangelio.

CUARESMA

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA



La cuaresma es el tiempo oportuno que los cristianos dedicamos a un trabajo, sobre todo interior, para sensibilizar nuestro cuerpo y nuestro espíritu a la voluntad de Dios.
El objetivo no es otro sino llegar en la mejor de las disposiciones a celebrar y vivir los misterios de Semana Santa y Pascua.
La liturgia nos aconseja que unamos al trato íntimo y confiado con Dios, el ayuno de bienes materiales y de actitudes prepotentes y la limosna generosa y alegra a quienes viven en la angustia de no poder trabajar ni comer.
Toda la persona se ejercita responsablemente en ser justa con ella misma , con Dios y con los demás. Es la excelencia del culto que la fe puede tributar a Dios.
En esta cuaresma comienza el cambio, pon a punto…
-tu relación con Dios: ORA, escucha la Palabra, Eucaristía dominical, confesión.
-tu relación con los demás: COMPARTE tus cosas y tu tiempo, date a ti mismo, ama, sirve.
-tu relación contigo mismo: AYUNA de perezas, rencores, venganzas, genio, frases asesinas o dañinas, soberbia, comodidad…
¿Qué vas a hacer estos 40 días? ¿Qué tentaciones quieres superar? ¿Qué vas a cambiar?.

¡Señor, que no caigamos en tentación!
Jesús, llega la cuaresma: queremos comenzar con ilusión y esfuerzo este camino hacia la Pascua, sabiendo que es una nueva oportunidad para tomar en serio la fe y el amor que nos tienes.
No nos dejes caer en la tentación de creernos buenos, de que no necesitamos crecer en la fe y en la entrega a Dios y a los hermanos.
No nos dejes caer en la tentación de poner en el primer puesto a las cosas y no a Dios, de olvidarte en lo demás por tener que rezarte, o de olvidar la oración por tener que atenderte en los demás.
Ayúdanos a ponernos en camino, a iniciar la conversión creyendo de veras en el evangelio, para llegar a la Pascua renovados, celebrando con nuestra comunidad parroquial el misterio de Semana Santa: es decir tu pasión, muerte y resurrección.
No nos dejes caer en la tentación, Señor, y líbranos del mal amando y sirviendo a todos.

sábado, 25 de febrero de 2012

PREPARANDO EL DOMINGO

I DOMINGO DE CUARESMA

CUARESMA

SABADO DESPUES DE CENIZA


La conversión a la que estamos invitados en este tiempo de cuaresma, no es una estrategia para crecer en nuestro afán perfeccionista. Muchas veces, detrás de nuestros propósitos de conversión se puedan infiltrar pretensiones que, al final, nos conducen a sentirnos mejores que los otros, a aislarnos cada vez más de nuestras propias limitaciones y a volvernos feroces jueces de los demás. Esto les pasó a los fariseos y maestros de la ley que no soportaban que Jesús y sus discípulos puedan compartir la vida, la mesa y la comida con personas que no eran “perfectas” como ellos, sino pecadores públicos.

La conversión a la que estamos llamados es un don que Dios ofrece a cada persona de forma sorprendente e incondicional. En el evangelio de hoy vemos cómo Leví fue sorprendido por la cercanía y la llamada de Jesús, cuando menos lo esperaba. Para él era impensable que algo así pudiese sucederle. Él era un traidor del pueblo judío, un vendido al Imperio romano y un ladrón del dinero de sus hermanos. Él sabía que lo único que podría recibir de sus paisanos era rechazo, odio y marginación. Y de repente, fue sorprendido por una llamada personal: “Sígueme”. Dice el texto que su respuesta fue instantánea e inmediata. No podía ser de otra forma. Le había llegado un amor inmerecido con tal fuerza que le descubrió la vaciedad de su afán por acumular dinero y la belleza de su verdadera identidad como ser humano buscado por Dios.

Qué triste cuando la autosuficiencia y el orgullo se apoderan de nuestra vida y dejamos de considerarnos pecadores necesitados de salud y perdón. Entonces la crítica despiadada, el juicio y la condena, aun en defensa de la religión, se vuelven nuestro tono cotidiano. Sólo quien ha descubierto la cercanía de Jesús y su inmerecida llamada puede descubrir con paz que en su vida hay pecado y no se asusta porque sabe que la gracia de Dios es capaz de sanarlo. Cuando nos descubrimos pecadores salvados nuestro tono cotidiano se vuelve comprensivo e inclusivo, no rechazamos a nadie, al contrario, creemos que la vida y el amor están siempre a la puerta para vencer el mal.

¿Cuál es tu actitud frente a los “pecadores públicos” de hoy? Recuerda que sólo quien se descubre pecador puede acoger la gracia de una llamada que lo convierte y transforma.

viernes, 24 de febrero de 2012

CUARESMA

VIERNES DESPUES DE CENIZA



Aquí va una historia: en un monasterio había un gato que, cada vez que los monjes hacían su meditación, entraba a la capilla, se paseaba entre ellos y los distraía; por lo cual, el maestro ordenó que, cada día, a la hora de la meditación atasen al gato a un árbol. Cuando murió el maestro, su sucesor continuó con esa costumbre; y cuando murió el gato, los siguientes monjes se vieron en la necesidad de conseguir un nuevo gato para continuar con la costumbre de atarlo al árbol.

Algo parecido les pasó a los discípulos de Juan Bautista y a los fariseos con la ley del ayuno, por eso les molestaba que los discípulos de Jesús no la cumpliesen tan escrupulosamente como ellos. Este reclamo le sirve a Jesús para remitirse al sentido profundo del ayuno. Jesús ubica esta práctica ascética en el conjunto de la novedad del Reino que él ha traído; Jesús es el novio que ha venido a celebrar el banquete nupcial esperado desde hace siglos, por eso, quien le reconoce como Señor y quiere seguirle, en primer lugar, no puede experimentar otra cosa que la alegría que sienten los amigos del novio en el día de su boda.

Pero Jesús no descarta la práctica del ayuno, sabe que sus discípulos la necesitarán cuando les sea arrebatada la presencia del novio. Los discípulos seguimos a Jesús en medio de una sociedad consumista que fácilmente nos enreda en búsquedas de falsas alegrías y de satisfacciones egoístas y superficiales, que nos distraen del camino del Señor. En este sentido, el ayuno, que es la privación o la renuncia de algunas comidas o deleites, es un medio ascético que nos puede ayudar a ser más libres de las cosas y de aquellos impulsos que nos arrastran sin control. La renuncia y la disciplina que suponen el ayuno nos despiertan a los peligros del egoísmo, nos educan interiormente y nos fortalecen en la búsqueda de la voluntad del Señor, que es la fuente de la verdadera felicidad.

¿De qué necesitas ayunar en este tiempo de cuaresma? ¿De qué puedes privarte para redescubrir a Dios como tú único Señor? el ayuno cristiano es un medio para convertir el corazón. El profeta Isaías nos da una pista muy importante para no falsear el sentido del ayuno ni reducirlo al intimismo piadoso, el ayuno que agrada al Señor es el que nos lanza a compartir la vida y los bienes con las personas más necesitadas, a establecer relaciones más justas y fraternas con los demás. ¡Eso es cumplir la voluntad del Padre!

jueves, 23 de febrero de 2012

CUARESMA

JUEVES DESPUES DE CENIZA


El texto evangélico de hoy nos sumerge de lleno en el corazón de la cuaresma como, Jesús anuncia a sus discípulos el inminente desenlace de su vida, les dice que sufrirá mucho, que será rechazado, que lo matarán y que resucitará al tercer día. Es impresionante imaginarse lo que estas palabras pudieron provocar en el corazón de los discípulos, pero, en realidad, Jesús nos les dice nada nuevo, todo esto es la consecuencia lógica del estilo de vida que ya llevaba desde que lo conocieron. Jesús podría haber elegido un camino mesiánico más glorioso y menos sacrificado, pero es alguien que tiene muy claras sus opciones fundamentales y quiere que sus discípulos también las tengan así de claras. Él  ha venido al mundo a cumplir la misión que su Padre le ha encargado, sabe que el sufrimiento, el rechazo y la condena a muerte son parte de la vida cuando uno no se acomoda a los criterios de este mundo y busca vivir la novedad del Reino.

La vida del discípulo de Jesús no puede ser diferente a la del Maestro: “el que quiera venir detrás de mí debe renunciar a sí mismo, cargar su cruz de cada día y seguirme”. La primera tarea del discípulo de Jesús es descentrarse de sí mismo. Esto no es fácil, mucho más cuando la sociedad en la que vivimos nos encamina a vivir centrados en nosotros mismos, en nuestros intereses y en nuestro bienestar por encima de todo. Es verdad, que el discípulo de Jesús no es un masoquista que busca el sufrimiento y que quiere pasarlo mal. El discípulo de Jesús es alguien que hace suyo el centro existencial de su Señor: el amor del Padre y la seducción de su Reino. Sólo desde esta fuerza amorosa uno es capaz de ir contra la corriente cultural y plantar cara a la seducción de una vida cómoda e individualista. A esto nos invita este tiempo de cuaresma, de conversión.

La pregunta ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo entero, si al final se pierde a sí mismo? ha sido el detonante que ha despertado a muchos cristianos a lo largo de la historia; son muchos los que se han convertido a partir de la lectura o la escucha de este texto. Dejemos que la fuerza de la Palabra nos impacte, que nos vuelva a despertar, que nos haga caer en la cuenta de cuál es nuestro centro vital y nos haga superar el miedo que tenemos al sufrimiento y al rechazo. ¿Qué quieres ganar o perder en este tiempo de cuaresma?

miércoles, 22 de febrero de 2012

CUARESMA

MIÉRCOLES DE CENIZA



El miércoles de Ceniza es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo personal de conversión a Dios.

Al acercarnos a los templos a que nos impongan la ceniza, expresamos con humildad y sinceridad de corazón, que deseamos convertirnos y creer de verdad en el Evangelio.
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica.

Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. La liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso.

La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII.

La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán.

El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) Condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) Situación pecadora del hombre;
c) Oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo.

La ceniza es el residuo de la combustión por el fuego de las cosas o de las personas. Este símbolo ya se emplea en la primera página de la Biblia cuando se nos cuenta que "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7). Eso es lo que significa el nombre de "Adán". Y se le recuerda enseguida que ése es precisamente su fin: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19). Por extensión, pues, representa la conciencia de la nada, de la nulidad de la creatura con respecto al Creador, según las palabras de Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27).

Esto nos lleva a todos a asumir una actitud de humildad ("humildad" viene de humus, "tierra"): "polvo y ceniza son los hombres" (Si 17,32), "todos caminan hacia una misma meta: todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo" (Qo 3,20), "todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29). Por lo tanto, la ceniza significa también el sufrimiento, el luto, el arrepentimiento.

En Job (Jb 42,6) es explícítamente signo de dolor y de penitencia. De aquí se desprendió la costumbre, por largo tiempo conservada en los monasterios, de extender a los moribundos en el suelo recubierto con ceniza dispuesta en forma de cruz. La ceniza se mezcla a veces con los alimentos de los ascetas y la ceniza bendita se utiliza en ritos como la consagración de una iglesia, etc.

La costumbre actual de que todos los fieles reciban en su frente o en su cabeza el signo de la ceniza al comienzo de la Cuaresma no es muy antiguo.

En los primeros siglos se expresó con este gesto el camino cuaresmal de los "penitentes", o sea, del grupo de pecadores que querían recibir la reconciliación al final de la Cuaresma, el Jueves Santo, a las puertas de la Pascua. Vestidos con hábito penitencial y con la ceniza que ellos mismos se imponían en la cabeza, se presentaban ante la comunidad y expresaban así su conversión.

En el siglo XI, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, se vio que el gesto de la ceniza era bueno para todos, y así, al comienzo de este período litúrgico, este rito se empezó a realizar para todos los cristianos, de modo que toda la comunidad se reconocía pecadora, dispuesta a emprender el camino de la conversión cuaresmal.

En la última reforma litúrgica se ha reorganizado el rito de la imposición de la ceniza de un modo más expresivo y pedagógico. Ya no se realiza al principio de la celebración o independientemente de ella, sino después de las lecturas bíblicas y de la homilía. Así la Palabra de Dios, que nos invita ese día a la conversión, es la que da contenido y sentido al gesto.



 

CUARESMA

EN CUARESMA ¡MOJATE!



En esta Cuaresma Dios te pide una autentica conversión del corazón.
Quiere tu valentía,
quiere que te mojes,
quiere tu esfuerzo,
tu mirada,
tu solidaridad.
Apóyate en la Cruz y lo lograras.
¡¡¡Atrevete!!!

sábado, 4 de febrero de 2012

PALABRA DE VIDA

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B


Lectura del santo evangelio según san Marcos

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: -«Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: -«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor

¡Jesús es el MÉDICO, es la MEDICINA, ACUDE a él!”

Comenta San Jerónimo: “Él (…) es médico y medicina al mismo tiempo. (…)Que toque también nuestra mano para que sean purificadas nuestras obras, que entre en nuestra casa: levantémonos del lecho, no permanezcamos tumbados”

En el evangelio de hoy, Jesús dedicó el día a curar enfermos: la suegra de Simón que estaba con fiebre, y a muchos enfermos y poseídos por algún mal. “Todo el mundo le busca”, le dicen; y él “Curó a muchos enfermos de diversos males”.

Jesús es el médico por excelencia…
-cura a los paralíticos, ciegos, poseídos por el mal.
-sana los corazones de los tristes.
-perdona los pecados.
-libera de la marginación a las mujeres, pobres, viudas, leprosos.
-por tanto cura, sana, perdona, libera, ilumina, fortalece, salva.

Jesús nos da la MEDICINA para ponernos bien:
-la mejor medicina es la oración.
-la otra medicina, el perdón: regala y pide perdón.
-la medicina de la eucaristía cada domingo.
-y el amor: él revisa nuestra vida en el panel que pone “amaos”.

Estas son las medicinas que el mundo, la Iglesia y yo necesitamos…

Dice Dios:
Si nadie te ama, mi alegría es amarte. Si lloras, estoy deseando consolarte. Si eres débil, te daré mi fuerza y mi energía.
Si nadie te necesita, yo te busco. Si eres inútil, yo no puedo prescindir de ti. Si estás vacío, mi llenura te colmará.
Si tienes miedo, te llevo sobre mis espaldas. Si quieres caminar, iré contigo. Si me llamas, vengo siempre.
Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte. Si estás cansado, soy tu descanso. Si pecas, soy tu perdón.
Si me pides, soy don para ti. Si me necesitas, te digo: aquí estoy, dentro de ti. Si no tienes a nadie, me tienes a mí.