Como Jesús, a veces somos profetas no aceptados. Somos despreciados por los amigos o por los compañeros de trabajo. Ridiculizados por nuestras ideas no acordes con el pensamiento de la mayoría.
Es duro ser expulsado de la sinagoga y de "nuestro pueblo", sin que ninguno entienda nuestra fe y nuestras opciones.
Pero, normalmente, es en esta situación de abandono dende encontramos a Jesús.
Ahí está El, sonriente por nuestra fidelidad.
Él está contento por no quedarse solo; por saber que, al menos nosotros, estamos a su lado, acogiendo su Palabra.
Contra la presión de la mayoría...
A pesar de las dudas que tengo...
Cuando es tan fácil desistir...
Aun cuando duele la fe...
¡Haz que pemanezca fiel a tu Evangelio!
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