domingo, 27 de febrero de 2011

PALABRA DE VIDA

VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A




Lectura del santo evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Jesús veía a los hombres de su tiempo, que andaban preocupados hasta la angustia, porque no les salían las cuentas. Como ahora. Y él los enseñaba: no os salen las cuentas porque tenéis problemas de valores, porque tenéis heridas en el alma, porque se os ha apagado la lámpara de la fe. Andáis agobiados por que sólo miráis a la tierra y no miráis al cielo. (Rafael Prieto Ramiro, Hoy… estoy a tu puerta y llamo, pag. 235)

Si viviéramos más confiados en la Providencia divina, (…) cuántas preocupaciones o inquietudes nos ahorraríamos. Desaparecerían tnatos desasosiegos que, con frase de Jesús, son propios de los paganos, de los hombres mundanos, de las personas que carecen de sentido sobrenatural. (San Josemaría, Amigos de Dios, n. 116)

No dijo el Señor que no hay que sembrar, sino que no hay que andar preocupados; no dijo que no hay que trabajar, sino que no hay que ser pusilánimes, ni dejarse abatir por las inquietudes. Sí, nos mandó que nos alimentáramos, pero no que anduviéramos angustiados por el alimento. (San Juan Crisóstomo, In Matthaeum, 21,3)