EVANGELIO DEL DÍA (Jn
7,1-2.10.25-30)
«A
mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi
cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo
conocéis; yo lo conozco, porque procedo de Él, y Él me ha enviado».
Entonces
intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había
llegado su hora.
Aprendamos a conocer al Señor, no como una persona del
pasado, nos recordaba el papa Benedicto XVI en su primera encíclica que “no
comienza uno a ser cristiano sabiendo muchas cosas sobre Jesús, sino teniendo
un encuentro personal con el Dios vivo”. El Señor quiere reinar en nuestro
corazón, quiere ser el interés y el amor más importante, el primer valor en
absoluto en nuestra jerarquía de valores. En otras palabras, quiere que vivamos
centrados en Él. ¡Que el Señor sea el centro de nuestra vida y compartamos esta
amistad de Él con muchos otros!
En este tiempo de Cuaresma nos ofrece la
inigualable oportunidad de examinar nuestras vidas, para discernir si de
nosotros se puede decir que conocemos los misterios de Dios, tenemos esperanza
en el premio de la santidad y apreciamos el honor de un alma sin mancha.
Ilumínanos Señor con tu
sabiduría, clava tu ley en nuestros corazones, líbranos de nuestros enemigos y
concédenos la gracia de la santidad, para que así podamos anunciar honestamente
tu verdad a todo el que anda en tinieblas.