“Yo soy el pan de vida. El que venga a mí,
nunca más tendrá hambre”
En las Escrituras, se cuestiona la ternura
de Dios por el mundo, y leemos que "Dios amó tanto al mundo, que le entregó
a su Hijo" Jesús para que sea como nosotros, y nos anuncie la buena noticia
de que Dios es amor, que Dios os ama y me ama. Dios quiere que nos amemos unos
otros, como él nos ha amado (cf Jn 13,34).
Todos nosotros sabemos, mirando la cruz,
hasta qué punto Jesús nos ha amado. Cuando miramos la Eucaristía, sabemos
cuánto nos ama ahora. Por eso, él mismo se hizo "pan de vida" con el
fin de satisfacer nuestra hambre con su amor, y luego, como si esto no fuera
suficiente para él, se convirtió él mismo en hambriento en indigente, en
desalojado, con el fin de que vosotros y yo, pudiéramos satisfacer su hambre
con nuestro amor humano. Porque para esto hemos sido creados, para amar y
ser amados. (Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas
Misioneras de la Caridad.)
Jesús, palabra viva y alimento de mi vida.
Haz que lleve a la práctica la Palabra que he
leído y acogido en mi interior, de suerte que sepa contrastarla con mi vida.
Concédeme transformarla en lo cotidiano para
que pueda hallar mi felicidad en practicarla y ser, entre los que vivo, un signo
vivo y testimonio auténtico de tu Evangelio de salvación.