“Cristo acusado por los fariseos” (detalle) (1308-1311). Duccio di Buoninsegna
EVANGELIO DEL DÍA (Jn 7, 40-53)
«Jamás
ha hablado nadie como ese hombre».
El Evangelio nos dice que los hombres se
admiraban de las palabras de Jesús, pero pocos le conocían realmente. Es que a
Jesucristo sólo se le alcanza con el “salto” de la fe. La fe es la puerta que
nos hace entrar en la amistad con Cristo. Esta fe en Él, no es un pensamiento, una
idea, o una opinión que nos hacemos de Jesucristo. La fe es amistad con Él. La
fe, si es verdadera, se hace vida. Nicodemo, a pesar de la oposición que
encontró en los demás y del ambiente en su contra, no dejó tambalear su fe. De
la dificultad, su fe salió más templada, más robusta, porque no se nutrió de
palabras o de ideas humanas, sino del encuentro con Jesús mismo.
“¡Cuántos, también en nuestro tiempo,
buscan a Dios, buscan a Jesús y a su Iglesia, buscan la misericordia divina, y
esperan un ‘signo’ que toque su mente y su corazón! (…) Jesús muerto y
resucitado es el signo absolutamente suficiente. En Él podemos comprender la
verdad de la vida y obtener la salvación. (…) Por tanto, la fe cristiana no es
ideología, sino encuentro personal con Cristo crucificado y resucitado. De esta
experiencia, (…) surge un nuevo modo de pensar y de actuar: como testimonian
los santos, nace una existencia marcada por el amor» (Benedicto XVI, 26 de
marzo de 2006).
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