“Y dirigiéndose a
todos, dijo: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su
cruz cada día y se venga conmigo.” (Lc 9,23)
La Cuaresma es
tiempo de renovación cristiana, de reemprender el camino iniciado por nuestro
bautismo, de dar, en el seguimiento de Cristo, un nuevo paso a una mayor
perfección cristiana.
Morir a uno
mismo es requisito para vivir la vida de la gracia.
“Tomar
la cruz significa comprometerse para vencer el pecado que obstaculiza el camino
hacia Dios, aceptar diariamente la voluntad del Señor, aumentar la fe sobre
todo ante los problemas, las dificultades y el sufrimiento.” (Bendicto XVI,
Ángelus, 20 – 06 – 2010)
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