domingo, 14 de noviembre de 2010

PALABRA DE VIDA

DOMINGO 33 DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C



"Evangelio según San Lucas:

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
- Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
- Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
Él contestó:
- Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
- Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas." (Lc 21,5-19)

Hoy Cristo te invita a confiar, a no tener miedo, a poner nuestros afanes y esperanzas, nuestras tristezas y amarguras un día más en sus manos. Él es quien todo lo puede, abandónate nuevamente en su presencia.
La invitación es a vivir guiados por Él, por su palabra, por el pan de la eucaristía que nos fortalece. “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”, perseverancia que ha de traducirse en constancia y paciencia.
Constancia para no desfallecer, para trabajar sabiendo que quien nos premia siempre es Dios, para alcanzar el cumplimiento de la promesa “salvareis vuestras almas”.
Paciencia entendiendo que no todo, no lo más importante, se consigue de modo inmediato. Contempla por un momento la paciencia que el Señor tiene con nosotros, como aguarda, como espera, como siempre nos ofrece su perdón, la posibilidad de reconciliarnos con Él. Paciencia con nosotros mismos para conocernos, con los demás para ayudarles.

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