Nos ha parecido
muy interesante este artículo del sacerdote de esta diócesis el Rvdo. Sr. D.
Ricardo Sanjurjo Otero, en estos días de calabazas, brujas y zombis, no está de
más una mirada serena sobre los acontecimientos que celebramos en este tiempo.
"Vivimos en una sociedad global y,
quizás, lo más global de todo son las películas, series y demás contenidos que
nos tragamos cuando nos sentamos delante de la televisión o cuando ahorramos lo
suficiente para ir al cine. Un buen porcentaje de esos contenidos proceden de
los EE.UU. y con ellos nos llega muchísimo de su cultura. Una parte no
desdeñable de esa cultura que vamos asimilando es todo lo que tiene que ver con
sus tradiciones y fiestas, como la que hoy nos ocupa: Halloween. No lo vamos a
negar: Halloween es una fiesta que nos atrae. Disfraces, chucherías, fiestas…
¿a quién no le gustan esas cosas? Así que no hemos dudado en apropiárnosla. Es
más, aprovechando el origen celta de la fiesta por estos lares la usamos además
para reivindicar nuestra propia historia y, así, resucitamos el Samaín. Aunque,
en general, se celebre “a la americana”, pero lo sentimos como más nuestro si
le llamamos Samaín.
Pero la pregunta que se plantea no es sobre el origen
o sobre las raíces del Samaín. No soy yo quién para hacer historia. La cuestión
es otra: ¿puede un cristiano celebrar Halloween? Aparentemente no es más que
una fiesta de disfraces totalmente inocente, ¿por qué no? Incluso alguno diría
que es una forma de evangelizar (y esto no me lo estoy inventando). Así que…
¿puede un cristiano celebrar Halloween?
La respuesta no es fácil. Una situación similar se le
planteó a Pablo en Corinto. ¿Era lícito comer carne sacrificada a los ídolos?
Al fin y al cabo, si los ídolos “son mentira”, ¿no sería como comer cualquier
otra carne? La respuesta de Pablo es una solución de compromiso, práctica, que
comienza con: «Todo es lícito, pero no todo es conveniente; todo es lícito,
pero no todo edifica» (1Co 10,23) y continua diciendo que es mejor no
participar de los banquetes idolátricos.
Lo mismo aquí. Aunque aparentemente inofensiva —al fin
y al cabo no vamos a hacer rituales satánicos, sólo vamos a disfrazarnos y,
quizás, beber un poco más de la cuenta—, Halloween no deja de ser una tradición
pagana. Pasada por un cierto tamiz cristiano, es cierto, al menos en su nombre,
pero una tradición pagana al fin y al cabo. Participar conscientemente de ello
puede llevar a confusión a nuestros hermanos y puede difuminar nuestro
testimonio. Y no estamos como para difuminar nada, las cosas como son.
Y luego hay otra cosa: el cristianismo es una religión
que celebra la vida, y la Vida, con V mayúscula. Precisamente el 1 de Noviembre
celebramos a Todos los Santos, a aquellos (conocidos y desconocidos) que ya
gozan de la vida eterna en el Reino de los Cielos. ¿Cómo vamos a celebrar la
muerte? Es más, para celebrar a nuestros difuntos ya tenemos la Conmemoración
de todos los Fieles Difuntos, el día 2, con la mirada siempre puesta en la Vida
con mayúsculas, mirando más allá de la muerte.
Debemos ser firmes en nuestras creencias y evitar dar
cualquier motivo de duda, a nosotros mismos y a los demás. Si somos luz del
mundo, debemos comportarnos como tal (Flp 5,8) y ser conscientes de las cosas
que dejamos entrar en nuestra vida, en nuestras casas. Y si, a través de las
cosas aparentemente más inofensivas, dejamos que se apague esa luz, no estamos
cuidando nuestra fe, ni nuestra vida de cristiano. Es más, estamos
contribuyendo a que a la larga se fomenten valores totalmente contrarios.”
Ricardo
Sanjurjo Otero
Sacerdote
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