Lectura del santo evangelio según san Juan (2, 13-22)
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y
encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los
cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del
templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó
las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: -«Quitad esto de aquí; no
convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu
casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: -«¿Qué signos
nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: -«Destruid este templo, y en tres días lo
levantaré».
Los judíos replicaron: -«Cuarenta y seis años ha costado construir
este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había
dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra
del Señor
“Queridos
hermanos y hermanas:
La
liturgia nos invita a celebrar hoy la Dedicación de la basílica de San Juan de
Letrán, llamada "madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y del
orbe". En efecto, esta basílica fue la primera en ser construida después
del edicto del emperador Constantino, el cual, en el año 313, concedió a los
cristianos la libertad de practicar su religión. Ese mismo emperador donó al
Papa Melquíades la antigua propiedad de la familia de los Laterani, y allí hizo
construir la basílica, el baptisterio y patriarquio, es decir, la residencia
del Obispo de Roma, donde habitaron los Papas hasta el período aviñonés. El
Papa Silvestre celebró la dedicación de la basílica hacia el año 324, y el
templo fue consagrado al Santísimo Salvador; sólo después del siglo VI se le añadieron
los nombres de san Juan Bautista y san Juan Evangelista, de donde deriva su
denominación más conocida. Esta fiesta al inicio sólo se celebraba en la ciudad
de Roma; después, a partir de 1565, se extendió a todas las Iglesias de rito
romano. De este modo, honrando el edificio sagrado, se quiere expresar amor y
veneración a la Iglesia romana que, como afirma san Ignacio de Antioquía,
"preside en la caridad" a toda la comunión católica.
En esta
solemnidad, la Palabra de Dios recuerda una verdad esencial: el templo de
ladrillos es símbolo de la Iglesia viva, la comunidad cristiana, que ya los
apóstoles san Pedro y san Pablo, en sus cartas, consideraban como
"edificio espiritual", construido por Dios con las "piedras
vivas" que son los cristianos, sobre el único fundamento que es
Jesucristo, comparado a su vez con la "piedra angular".
"Hermanos: sois edificio de Dios", escribe san Pablo, y añade:
"El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros". La belleza y
la armonía de las iglesias, destinadas a dar gloria a Dios, nos invitan también
a nosotros, seres humanos limitados y pecadores, a convertirnos para formar un
"cosmos", una construcción bien ordenada, en estrecha comunión con
Jesús, que es el verdadero Santo de los Santos.
Esto
sucede de modo culminante en la liturgia eucarística, en la que la ecclesia, es decir, la comunidad de los
bautizados se reúne para escuchar la Palabra de Dios y alimentarse del Cuerpo y
la Sangre de Cristo. En torno a esta doble mesa la Iglesia de piedras vivas se
edifica en la verdad y en la caridad, y es plasmada interiormente por el
Espíritu Santo, transformándose en lo que recibe, conformándose cada vez más a
su Señor Jesucristo. Ella misma, si vive en la unidad sincera y fraterna, se
convierte así en sacrificio espiritual agradable a Dios.
Queridos
amigos, la fiesta de hoy celebra un misterio siempre actual: Dios quiere
edificarse en el mundo un templo espiritual, una comunidad que lo adore en
espíritu y en verdad. Pero esta celebración también nos recuerda la importancia
de los edificios materiales, en los que las comunidades se reúnen para alabar
al Señor. Por tanto, toda comunidad tiene el deber de conservar con esmero sus
edificios sagrados, que constituyen un valioso patrimonio religioso e
histórico. Por eso, invoquemos la intercesión de María santísima, para que nos
ayude a convertirnos, como ella, en "casa de Dios", templo vivo de su
amor.” (Benedicto XVI, Ángelus, Domingo 9 de noviembre de 2008)
No hay comentarios:
Publicar un comentario