domingo, 16 de septiembre de 2012

PALABRA DE VIDA

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B


 

Lectura del santo evangelio según san Marcos         
 
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: -«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: -«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: -«Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: -«Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: -«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.»
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: -«¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -«El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»
 
Palabra del Señor
 

“Si alguien quiere venirse conmigo..., que coja su cruz y me siga”
¡Cómo expresar lo que mi alma sintió, cuando de boca de tan santo Prelado, escuchó lo que ya es mi locura, lo que me hace ser absolutamente feliz en mi destierro... el amor a la Cruz! ¡Oh! ¡La Cruz de Cristo! ¿Qué más se puede decir? Yo no sé rezar...
No sé lo que es ser bueno... No tengo espíritu religioso,
pues estoy lleno de mundo... Sólo sé una cosa, una cosa que llena mi alma de alegría a pesar de verme tan pobre en virtudes y tan rico en miserias... Sólo sé que tengo un tesoro que por nada ni por nadie cambiaría..., mí cruz..., la Cruz de Jesús. Esa Cruz que es mi único descanso...,¡cómo explicarlo! Quien esto no haya sentido..., ni remotamente podrá sospechar lo que es.
Ojalá los hombres todos amaran la Cruz de Cristo... ¡Oh! si el mundo supiera lo que es abrazarse de lleno, de veras, sin reservas, con locura de amor a la Cruz de Cristo...! Cuánto tiempo perdido en pláticas, devociones y ejercicios que son santos y buenos..., pero no son la Cruz de Jesús, no son lo mejor...
Pobre hombre que para nada vales ni para nada sirves, qué loca pretensión la tuya. Pobre oblato que arrastras tu vida siguiendo como puedes las austeridades de la Regla, conténtate con guardar en silencio tus ardores; ama con locura lo que el mundo desprecia porque no conoce; adora en silencio esa Cruz que es tu tesoro sin que nadie se entere. Medita en silencio a sus pies, las grandezas de
Dios, las maravillas de María, las miserias del hombre del que nada debes esperar... Sigue tu vida siempre en silencio, amando, adorando y uniéndote a la Cruz..., ¿qué más quieres?
(San Rafael Arnaiz Barón (1911-1938), monje trapense español. Escritos espirituales 03/04/1938)

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