Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,38-43.45.47-48)
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: -«Maestro, hemos
visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir,
porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió: -«No se lo impidáis, porque uno que
hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está
contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso
de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos
manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale
entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale
entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.»
Palabra del Señor
Reflexión
El Evangelio de
este domingo presenta tres importantes exigencias de conversión para el que quiera
ser discípulo de Jesús:
1.- No tener la
mentalidad cerrada del discípulo Juan, que pensaba ser el dueño de Jesús, sino
tener una actitud abierta, capaz de reconocer el bien en los otros. Hoy en muchas
personas que pertenecen a la Iglesia católica existe la tendencia de encerrarse
en sí mismas, como si nosotros fuésemos cristianos mejores que los otros.
2.- Superar la
mentalidad de aquellos que se consideraban superiores a los otros, y que, por
esto, despreciaban a los pequeños y pobres y se alejaban de la comunidad.
En el mundo
de hoy, dominado por el sistema neoliberal, existe el desprecio por los
pequeños, y de hecho aumenta por todas partes la pobreza, el hambre y el número
de abandonados.
3.- Jesús pide no
dejar que entre la rutina en el vivir el Evangelio, pide que seamos capaces de
romper los lazos que nos impiden vivirlo en plenitud. Falta entre nosotros los
cristianos el compromiso de vivir el Evangelio. Pero si nosotros, millones de
cristianos, viviésemos realmente el Evangelio, el mundo no estaría como está.
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo
la Unión. Donde haya duda, que lleve yo la Fe. Donde haya error, que lleve yo
la Verdad. Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría. Donde haya
tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto
ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como
amar.
Porque es: Dando , que se recibe; Perdonando,
que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
(Oración de S. Francisco)
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