lunes, 1 de marzo de 2021

LUNES SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA


Texto del Evangelio (Lc 6,36-38):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».

Comentario.

Estas palabras de Cristo son muy actuales en nuestro mundo de hoy: el no juzgar a otros. Me recuerda aquel cuento cuando una señora había desatado una dura crítica a uno de sus vecinos. La lección del párroco cuando se fue a confesar fue muy viva. Cogiendo una hoja de papel la partió enfrente de ella en pequeñas partes y tiro las pequeñas partes al aire. El vendaval lo esparció todo. Era imposible recoger cada parte y rehacerla de nuevo. Pues así sucede cuando uno crítica o juzga temerariamente. Es muy difícil rehacer la fama de la persona íntegramente.

Si nosotros vivimos según la ley del "ojo por ojo, diente por diente", jamás salimos de la espiral del mal. El Maligno es astuto, y nos hace creer que con nuestra justicia humana podemos salvarnos y salvar al mundo. En realidad, ¡sólo la justicia de Dios nos puede salvar! Y la justicia de Dios se ha revelado en la Cruz: la Cruz es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre este mundo.

¿Pero cómo nos juzga Dios? ¡Dando la vida por nosotros! He aquí el acto supremo de justicia que ha vencido de una vez para siempre al Príncipe de este mundo; y este acto supremo de justicia es precisamente también el acto supremo de misericordia. Jesús nos llama a todos a seguir este camino: "Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso".

Venzamos al mal con el bien. No seamos simples espectadores, ante el mal siempre respondamos con una mayor entrega y fidelidad a la Santa Voluntad Divina.

Jesús, dame tus ojos para ver a tus hijos con el mismo amor con el que Tú los ves, y si en algún momento te soy infiel y endurezco mi corazón juzgando a mis hermanos, dame la gracia de darme cuenta de mi error para así poder corregirme. Sé paciente conmigo, Señor, que tengo tanta soberbia en mi corazón y soy tan lento en aprender los modos del amor.

El día de hoy, cada vez que me vea tentado a juzgar una persona, pensaré en todas las cosas buenas que en ella se esconden.

(Cfr Catholik-blog)

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