lunes, 3 de abril de 2017

QUINTO LUNES DE CUARESMA

Mattia Preti  “Cristo e l'adultera” s. XVII. Museo Nazionale d’Abruzzo, l’Aquila

EVANGELIO DEL DÍA (Jn 8, 1 -11)
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
 
Hoy contemplamos en el Evangelio el rostro misericordioso de Jesús. El Maestro aprovecha esta ocasión para manifestar que Él ha venido a buscar a los pecadores, a enderezar a los caídos, a llamarlos a la conversión y a la penitencia. Y éste es el mensaje de la Cuaresma para nosotros, ya que todos somos pecadores y todos necesitamos de la gracia salvadora de Dios, conscientes de nuestra debilidad y de la facilidad con la que caemos en el pecado sin la gracia de Dios. Cristo nos hace ver que sólo Él puede juzgar los corazones de los hombres. Por ello, los que querían apedrear a la adúltera se van retirando, uno a uno, con la certeza de que todos mereceríamos el mismo castigo si Dios fuera únicamente justicia. La respuesta que da a los fariseos nos enseña que Dios aborrece el pecado pero ama hasta el extremo al pecador. Así es como Dios se revela infinitamente justo y misericordioso.
Cristo perdona los pecados de esta mujer y a la vez le exhorta a una conversión de vida.
Por esto, el sentido de la conversión y de la penitencia propias de la Cuaresma es ponernos cara a cara ante Dios, mirar a los ojos del Señor en la Cruz, acudir a manifestarle personalmente nuestros pecados en el sacramento de la Penitencia. Y como a la mujer del Evangelio, Jesús nos dirá: «Tampoco yo te condeno... En adelante no peques más». Dios perdona, y esto conlleva por nuestra parte una exigencia, un compromiso: ¡No peques más!.
 
Señor, concédeme la gracia de valorar tu amor misericordioso, la fuerza para no caer en las tentaciones y la humildad para pedir perdón por mis pecados.

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